Es imprescindible que en nuestra Argentina, los que privilegiamos la democracia por sobre deformaciones que se van instalando dentro del sistema, nos dediquemos intensamente a instalar nuevamente en nuestra cultura y la de todos la necesidad de privilegiar la paz por sobre la violencia.
No podemos acostumbrarnos a soportar los métodos egoístas de quienes por un lado utilizan los dineros públicos para cooptar voluntades y por otro, métodos violentos para imponer sus pensamientos.
No es casual que quienes le obedecen al Kirchnerismo reciben fondos y quienes no se doblegaron a sus exigencias no tienen acceso a recursos del Estado.
Nadie desconoce que Hebe de Bonafini recibe millones de pesos del Kirchnerismo y paga estos favores con su discurso violento que incita a la violencia contra todos los que no les cabrestean a sus benefactores.
Ocurre lo mismo con organizaciones sociales que a lo largo y ancho del País reciben millones con lo que pueden movilizar a muchos argentinos (a quienes tienen cautivos de sus dádivas), para presionar en favor de los que les pagan, pero además les posibilitan que utilicen la prepotencia, la inmediación y el miedo para apretar a las autoridades provinciales y municipales legítimamente constituidas para obtener beneficios por encima de los que todos los argentinos reciben.
Constituyéndose en “gobiernos paralelos” que exigen ser consultados y en muchos casos obedecidos por los legítimos gobernantes, bajo la permanente amenaza de lograr sus objetivos por la fuerza amenazando y metiendo miedo.
Pero el remedio para estas deformaciones está en las propias instituciones.
Si los gobernantes logran superar el miedo y hacen cumplir las leyes , respaldan a la justicia y anteponen a esa violencia las fuerzas de seguridad, en muy poco tiempo los que incentivan a utilizar métodos ilegales y violentos se darán cuenta que es mejor respetar la ley que terminar condenados por las mismas leyes que hoy desprecian.
No podemos acostumbrarnos a soportar los métodos egoístas de quienes por un lado utilizan los dineros públicos para cooptar voluntades y por otro, métodos violentos para imponer sus pensamientos.
No es casual que quienes le obedecen al Kirchnerismo reciben fondos y quienes no se doblegaron a sus exigencias no tienen acceso a recursos del Estado.
Nadie desconoce que Hebe de Bonafini recibe millones de pesos del Kirchnerismo y paga estos favores con su discurso violento que incita a la violencia contra todos los que no les cabrestean a sus benefactores.
Ocurre lo mismo con organizaciones sociales que a lo largo y ancho del País reciben millones con lo que pueden movilizar a muchos argentinos (a quienes tienen cautivos de sus dádivas), para presionar en favor de los que les pagan, pero además les posibilitan que utilicen la prepotencia, la inmediación y el miedo para apretar a las autoridades provinciales y municipales legítimamente constituidas para obtener beneficios por encima de los que todos los argentinos reciben.
Constituyéndose en “gobiernos paralelos” que exigen ser consultados y en muchos casos obedecidos por los legítimos gobernantes, bajo la permanente amenaza de lograr sus objetivos por la fuerza amenazando y metiendo miedo.
Pero el remedio para estas deformaciones está en las propias instituciones.
Si los gobernantes logran superar el miedo y hacen cumplir las leyes , respaldan a la justicia y anteponen a esa violencia las fuerzas de seguridad, en muy poco tiempo los que incentivan a utilizar métodos ilegales y violentos se darán cuenta que es mejor respetar la ley que terminar condenados por las mismas leyes que hoy desprecian.